Día 2 de mayo 2020
El día empezó de lo más agradable posible, tuve un sueño magnífico, este sueño trata de un niño (yo) que estaba muy impaciente por empezar el instituto, él se despertó junto a su hermano, desayunaron unas tostadas con mermelada y un vaso de leche, después se lavaron los dientes, se vistieron y fueron camino al instituto, yo estaba muy emocionado de empezar el curso.
Todos los que iban a ser mis compañeros de clase o incluso de pupitre, entramos contentos, lo primero que hicieron con nosotros fue indicarnos donde nos teníamos que dirigir para darnos una charla, más tarde, sabíamos con quién nos tocaba en clase y yo estaba contento, pues conocía a gente y me sentía libre y muy animado, tras acabar el primer día de instituto, dicho sueño se fue desvaneciendo, para dar comienzo a mi despertar. Al despertarme, al primero que vi fue a mi hermano, y justo en ese instante me di cuenta de que hoy era día 2 de mayo 2020, era el primer día después de un mes y medio, encerrado en casa como un pajarito que nos iban a dejar salir. Cuando me desperté estaba muy animado, entonces salí de la cama y la hice, pues una cama sin hacer da muy mala imagen, incluso viviendo tu solo. Más tarde, fui a desayunar junto a mis padres un zumo de naranja recién exprimido con una manzana y unas cuantas galletas, tras completar mi nutritivo desayuno, fui a lavarme la boca.
Después de hacer mi rutina habitual, fui a mi habitación y estuve ideando lo que íbamos a hacer en cuanto el reloj marcará las ocho y cuarto de la tarde, te preguntaras que porque a las ocho y cuarto y no a las ocho, la respuesta es muy sencilla, porque había que aplaudir para agradecer a todas las personas, su gran trabajo, solidaridad y paciencia que han tenido durante todo este largo tiempo para regalarnos a nosotros, el poder salir a la calle con seguridad y poder ir haciendo el proceso de minimizar los fallecimientos por el Covid-19.
Al terminar de dar los emocionantes aplausos, fuimos a la calle, nos dirigíamos hacia una pista de fútbol, mientras caminaba y veía a mi familia vestida con una ropa que no fuese un pijama me sentí raro, pero cuando sentí la brisa del viento me sentí libre y muy contento, me sentí como un pajarito cuando agita sus pequeñas alas por primera vez o como cuando un niño pequeño empieza a caminar, cuando sentí esa sensación mi primera frase fue “¿esto es un sueño? “, entonces mis padres y mi hermano se rieron y me respondieron “no, esto es por lo que llevamos luchando mucho tiempo y gracias a toda la gente lo hemos conseguido”. Al llegar a la pista de fútbol, mi hermano y yo jugamos unos tiros y mientras tanto mis padres estaban paseando alrededor, más tarde, nuestros padres nos dijeron que si íbamos a dar una pequeña vuelta y al finalizar ya volveríamos a casa, y eso es lo que hicimos. En el camino nos encontramos a muchos conocidos, y entonces nos contamos un poco como habíamos llevado el confinamiento.
La primera vez que nos paramos para hablar con una persona, me sentí muy raro, pues ya no recordaba ni con quién había sido el último con el que había hablado antes del confinamiento (sin contar a mi familia), y así sucesivamente nos fuimos encontrando a multitud de gente, había gente a la que reconocía y había gente a la que no reconocía pues tenían puestas las mascarillas. Nuestro último trayecto fue la casa de mis tíos, no entramos pero si que les saludamos y estuvimos hablando un rato con ellos, yo les echaba mucho de menos y verles me causó alivio, y para acabar nuestro paseo cruzamos la carretera y finalmente nos metimos en casa. Nada más entrar en casa, nos descalzamos, nos lavamos las manos y los brazos, cenamos en familia y vimos una película que nos gustó mucho a todos, cuando terminó dicha película, todos nos fuimos para la cama.
Alejandro Martínez Bahillo
Deja una respuesta