¿Thriller psicológico?. ¿Novela de aprendizaje?. Mejillones para cenar, la última novela leída para la tertulia de nuestros dos institutos, es una pequeña joya muy recomendable que no os va a dejar indiferentes: late en ella la intensidad de las historias que aterrorizan sin gritos, que petrifican sin armas y lo logra a través de una joven narradora que, con un registro natural, entre infantil y asombrado, nos introduce en la casa de una familia aparentemente feliz a caballo entre las dos Alemanias divididas por el muro de Berlín. De telón de fondo, la tiranía de la familia, la necesidad que tenemos de sentirnos libres sin disfrazar nuestros sentimientos o sin ocultarlos; la frustración y el sentimiento de arrepentimiento de ser padre; la desvalorización de los hijos y la consideración de lo sentimental como algo secundario en la vida son algunos de los temas que podemos extraer de este hallazgo: deliciosa lectura. No os perdáis el final: catarsis en estado puro. He aquí una de las perlas de sus páginas:
En nuestra familia las ideas escalofriantes y las fantasías se consideraban un puro despilfarro mental. (…) Las ideas son el despilfarro más bonito.
¡A gusto en el Augusto! 
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